- Iñaki Lozano, CEO de bicg
«Antes de febrero de 2020, en conversaciones con clientes, recuerdo haber utilizado uno de estos gráficos que mostraba lo poco que habíamos avanzado en Europa en términos de flexibilidad y trabajo en remoto en los últimos años, a pesar de que ya teníamos muchas herramientas para hacerlo. A mí me ponía de los nervios, ya que, en bicg, llevábamos más de 20 años promoviendo las nuevas formas de trabajo, incluidos los modelos de trabajo híbridos, y en aquel momento había muchos que se resistían a que formara parte de su estrategia de experiencia de empleado.
Entonces llegó la pandemia. Y lo que iba a ser unos meses se convirtió en que muchas organizaciones pasaran casi dos años trabajando en remoto, al menos un gran porcentaje del tiempo. Y se demostró que era posible, y no sólo posible, sino en muchos casos positivo: creando una oportunidad para muchas familias de organizarse de otra manera, de trabajar más cómodamente, etc. Pero no todo fue siempre perfecto, ¡ni mucho menos! El modelo a distancia tiene sus desventajas, y durante esos dos años percibimos (incluyéndome) una pérdida en algunos aspectos, especialmente en lo que se refiere a cultura, valores y la dificultad de hacer teambuilding (especialmente con gente nueva), el empeoramiento del trabajo en silos y a veces la falta de agilidad para tomar decisiones.
Con 2023 se consolida (por fin) la vuelta a la oficina; las organizaciones están implantando un #modelo híbrido, cada una con su casuística, porcentajes, condiciones, etc.
Pero, ¿ha sido un éxito?
El rumor cada vez que me siento con directores generales es que los profesionales no quieren volver, no ven el valor añadido. Pierden talento porque buscan en la competencia modelos más remotos, más flexibles.
«¿Cómo podemos solucionarlo, queremos que vuelvan, creemos que hay actividades que se hacen mejor cuando estamos juntos, y hemos perdido parte de lo que nos hacía únicos, qué podemos hacer para que los profesionales apoyen las medidas?».
Intentaré responder de la forma más concisa posible a través de una alegoría que hemos creado y que compara algunos aspectos de la industria del cine con la vuelta a la oficina:
Crear un buen guión.
Toda película necesita empezar por el guión: debemos crear una vertebral en la experiencia de oficina y generar una experiencia diferencial.
La ubicación cobra especial relevancia.
La oficina debe responder a las necesidades, puesto que ya no necesitamos ir allí para todo, es importante que diseñemos bien nuestra ubicación para que se ajuste a las nuevas necesidades.
El rodaje, el momento en el que todos los protagonistas deben coincidir.
Una correcta sincronización de equipos y personas y una disección inteligente de las actividades a lo largo de la semana permiten optimizar el trabajo en oficina y a distancia de todo el equipo y mejorar notablemente la experiencia de trabajo.
Éxito y medición.
Es fácil identificar el éxito de una película a través de su taquilla y premios, y lo mismo ocurre con el modelo que se ha diseñado para los profesionales. Ya sea a través de KPIs de productividad, NPS, indicadores de satisfacción o métricas de experiencia de los empleados.
Para que todo funcione, el director (directivos), el productor ejecutivo (el Chief Experience Officer, un cargo de nueva creación que cobrará cada vez más relevancia en los próximos años) y los actores (profesionales) deben trabajar alineados, desempeñando cada uno su papel para hacer una película excepcional. Tener en cuenta a las partes interesadas en un proceso de gestión del cambio es esencial para garantizar el éxito con el nuevo modelo.
En bicg, hemos diseñado un programa llamado “Welcome back”, en el que creamos un enfoque integrado que construye una experiencia que aporta valor al profesional y a la empresa en su vuelta a la oficina.
Esto no es obvio, y para ello debemos dirigir una orquesta con músicos que toquen diferentes instrumentos, pero este esfuerzo merece la pena, porque al fin y al cabo estamos jugando con la cultura de nuestras organizaciones… y esto sin duda debe estar en la agenda de los CEOs, ¿no crees?».